Cuentan que en un legendario puerto de palos
hacinados como en una caja de fósforos
aquellos aguardaban su turno
si a los viejos les rapaban la cabeza
a los niños los envenenaban más rápido
Cuentan que si uno pagaba su boleto en efectivo
otro disfrutaba despedirlo con un pañuelo
y aunque no estaba del todo prohibido
en una sala contigua la muerte era exclusiva
después, si el saludo no caía en un tacho...
... alguien discretamente pisoteaba el adiós
1 comentario:
Primero agradezco tu visita a mi blog.
Luego he estado leyendo aquí. Me detengo en este poema fuerte y metafórico. Quizás porque soy una admiradora del adiós... siempre otorga un encuentro.
Toda tu escritura maravilla por el significado que marca con fuerza.
Abrazos desde Buenos Aires
Elisabet
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