domingo, 15 de junio de 2008

La escafandra del alma



Hacía tiempo que hurgaba en los antiguos relatos de los naufragios
sobre la vieja alfombra que destejía el secreto de los mares
donde el reloj descolgaba las lluvias impredecibles
donde el amanecer podía ser un haikú sin acento en la u
en travesía directa a los acantilados con una flor de amaranta
con un puntito de rocío pintado en cada pétalo

Hacía tiempo que vivía sin ella como un Plutón desheredado
escribiendo versos fugitivos en las paredes estelares
abriendo ventanas al viento, pintando acuarelas
subiendo escaleras, doblando papeles
lanzando avioncitos pioneros a la atmósfera
con un puntito de oxígeno dibujado en cada una de las alas

Hacía tiempo que guardaba la fina pestaña que recogió del suelo
el amuleto no lo salvaba pero conservaba aún el rizo y la fragancia
si me hablaras al oído, si mordieras mis silencios
si tan solo desvelaras el tiempo conmigo…

a veces el amor es una ostra que aprieta primitiva y sin piedad
la perla, una furtiva lacrima di sudore que baja lenta entre los labios

Hacía tiempo que el espacio era la odisea de un trapecio sin redes
a bordo de un globo de hule, con sombrero negro y pluma de avestruz
sus recuerdos eran pelícanos con cartas sin entregar en la mochila
el hambre y la sed parasitaban la escafandra del alma
el ombligo se rebelaba ante la voraz gravedad
de un salto alcanzaba las rocas vigías de la otra orilla del universo

Hasta que una noche tendido con los brazos abiertos sobre una playa
de cara al laberinto eterno juzgando la cuota de luz de los dioses
una estrella fugaz le dibujó dos puntitos a su sueño
los gusanos abrieron la boca, un cometa asomó en el cielo
el mar se hizo tierra, la tierra árbol y del árbol cayó una manzana
cuando se llevaron lo que quedó..., ella recién empezó a vivir con él