lunes, 4 de octubre de 2010

Ieri, nella natura morta, tanta gioia tra di noi



Ayer, en el discreto bodegón de la taberna
entre charlas de viajeros
y el rumor de fugitivos
la tarde pintó un pequeño y perfecto desastre
la jarra de vino se derramó en el tablón
el tabaco incendió el malecón
y en la vieja hamaca
nuestros huesos bizarros
desafiando la gravedad
terminaron por arrancarla cruelmente del techo

Un último detalle más
o un absurdo clisé
pero ayer, el sol fue una deliciosa pincelada en el mar
el rojo destapó la botella del náufrago
el azul liberó nuestro galeón de acuarela
Y es que ayer
en la naturaleza muerta
con tanta alegría entre nosotros...

La antesala de la ola



El tiempo tiene hélices poderosas
con ellas tritura toda clase de cántaros
a los que florecen
a los que dan de beber
a los que mueren de infarto
siempre puntual para los imprevistos
no deja el olvido al azar
por ello incinera hasta las sombras
luego insta al viento a esparcir los restos

Desde un puerto que va a todas partes
en bandadas los veo pasar
llevan prisa, no miran atrás
elegante para escamotear sombreros
el viento despierta sueños
impulsa veleros
devela romances
así, entre holas y adioses
me voy haciendo amigo de los pájaros inmigrantes

Con el tiempo, y con viento a favor
un día la hallé
indecisa en un puente
asida al brazo de un cesto de frutas
estaba sola
miraba el balcón del atardecer
donde el viento despeinaba un ramo de azaleas
Volví a encontrarla
aguardando al rayo verde
de pie, en la playa de una isla al atardecer
miraba el horizonte
a la línea borrosa que separaba
el irse... de la ola sutil que la invitaba a quedarse