jueves, 18 de febrero de 2010
El inmortal
Las espadas decapitan mis largas estancias
los nuevos reinos erigen sus cabezas
las vísceras de los anhelos
salpican la bandera de lo rebeldes
No hay piedad en la orgía de sangre
el carnicero cercena la esperanza
la muerte vomita de horror
el olvido humea en las antorchas apagadas de la fe
He vivido antes estos siglos
conozco estas tierras
nací y morí en estas guerras
vencí y perdí en estos pantanos
Hiede el estiércol de la civilización rota
los vencedores entierran la nuca de los mártires
el tiempo procesa el combustible putrefacto
que un día arderá en el candil de las nuevas improntas
Diez mil años después y diez mil veces más
la historia y la geología tranzan con los asesinos
unas veces levantan pirámides
otras, hunden Atlántidas
Y yo, tras el rastro infinito de eclipses y cometas
soy la sombra silente que aguarda
a ese puñado de estrellas
reflejándose en el filo de tu mirada
Y ese beso
ese tajo tuyo
que al fin me libren
del “andar y andar... por que solo nos queda andar”
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