lunes, 4 de octubre de 2010
Ieri, nella natura morta, tanta gioia tra di noi
Ayer, en el discreto bodegón de la taberna
entre charlas de viajeros
y el rumor de fugitivos
la tarde pintó un pequeño y perfecto desastre
la jarra de vino se derramó en el tablón
el tabaco incendió el malecón
y en la vieja hamaca
nuestros huesos bizarros
desafiando la gravedad
terminaron por arrancarla cruelmente del techo
Un último detalle más
o un absurdo clisé
pero ayer, el sol fue una deliciosa pincelada en el mar
el rojo destapó la botella del náufrago
el azul liberó nuestro galeón de acuarela
Y es que ayer
en la naturaleza muerta
con tanta alegría entre nosotros...
La antesala de la ola
El tiempo tiene hélices poderosas
con ellas tritura toda clase de cántaros
a los que florecen
a los que dan de beber
a los que mueren de infarto
siempre puntual para los imprevistos
no deja el olvido al azar
por ello incinera hasta las sombras
luego insta al viento a esparcir los restos
Desde un puerto que va a todas partes
en bandadas los veo pasar
llevan prisa, no miran atrás
elegante para escamotear sombreros
el viento despierta sueños
impulsa veleros
devela romances
así, entre holas y adioses
me voy haciendo amigo de los pájaros inmigrantes
Con el tiempo, y con viento a favor
un día la hallé
indecisa en un puente
asida al brazo de un cesto de frutas
estaba sola
miraba el balcón del atardecer
donde el viento despeinaba un ramo de azaleas
Volví a encontrarla
aguardando al rayo verde
de pie, en la playa de una isla al atardecer
miraba el horizonte
a la línea borrosa que separaba
el irse... de la ola sutil que la invitaba a quedarse
martes, 24 de agosto de 2010
jueves, 18 de febrero de 2010
El inmortal
Las espadas decapitan mis largas estancias
los nuevos reinos erigen sus cabezas
las vísceras de los anhelos
salpican la bandera de lo rebeldes
No hay piedad en la orgía de sangre
el carnicero cercena la esperanza
la muerte vomita de horror
el olvido humea en las antorchas apagadas de la fe
He vivido antes estos siglos
conozco estas tierras
nací y morí en estas guerras
vencí y perdí en estos pantanos
Hiede el estiércol de la civilización rota
los vencedores entierran la nuca de los mártires
el tiempo procesa el combustible putrefacto
que un día arderá en el candil de las nuevas improntas
Diez mil años después y diez mil veces más
la historia y la geología tranzan con los asesinos
unas veces levantan pirámides
otras, hunden Atlántidas
Y yo, tras el rastro infinito de eclipses y cometas
soy la sombra silente que aguarda
a ese puñado de estrellas
reflejándose en el filo de tu mirada
Y ese beso
ese tajo tuyo
que al fin me libren
del “andar y andar... por que solo nos queda andar”
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